
El Jueves Negro tuvo lugar el 24 de octubre de 1929, día en el que dio comienzo la caída en la Bolsa de Nueva York y con ella el Crack del 29 y la Gran Depresión. El desplome de la Bolsa de Valores de Nueva York el jueves negro produjo una situación de verdadero pánico que provocó la posterior crisis bancaria en Estados Unidos.
Desde marzo de 1929 se llevaban viviendo en la Bolsa bruscas caídas del índice por ventas desmesuradas. Las caídas eran generalmente seguidas de recuperaciones en las que se lograba igualar, e incluso superar, los índices previos.
El domingo del miedo. En marzo se sucedieron tres semanas de subidas constantes; al mismo tiempo reinaba la sensación de que la Bolsa estaba muy sobrevalorada. En ese momento comenzó a difundirse el rumor, no falto de fundamento, de que el Consejo de la Reserva Federal de Estados Unidos se estaba reuniendo a diario y en secreto para no despertar recelos. Durante el fin de semana del 23 al 24 de marzo se supo que el Consejo se había reunido incluso el sábado, lo que desencadenó una venta masiva el lunes 25. Uno de los vendedores fue el fundador de la dinastía Kennedy, Joe Kennedy, quien, tras una conversación con su limpiabotas en la que este le recomendaba comprar acciones de empresas del ferrocarril y petroleras, formuló la frase según la cual, si cualquiera podía invertir en bolsa y un limpiabotas predecir lo que iba a ocurrir, esto significaba sin duda que el mercado estaba sobrevalorado.[1]
El lunes el índice cayó 9,5 puntos y el martes siguiente algunos valores perdían 3 puntos por hora vendiéndose ocho millones de títulos. Sobraba papel, faltaba dinero y aumentaban los intereses por éste que llegaban incluso al 20%. Sin embargo, un inversor con muchos intereses en el mercado de valores y muchos recursos le plantó frente. Charles E. Mitchell, presidente del National City Bank, empleó los recursos del banco para comprar todos los títulos y dar la sensación de que había esperado un descenso excesivo para comprar, lo que hizo recuperar la confianza en el mercado.
El fenómeno absurdo [editar]El viernes 18 de octubre de 1929 comenzaron a venderse acciones y cundió el pánico en algunos sectores de Wall Street, saliendo a la venta 8 millones de acciones, descendiendo ese día el índice 7 puntos, y el sábado otros 12 puntos. Sin embargo, inversores ricos, empresas de inversión y bancos comenzaron a comprar convencidos de que sería una caída momentánea.
Nuevamente se difundía la idea de la normalidad del mercado y seguían las críticas a quienes vaticinaban un desplome repentino. Realmente estaban estafándose a sí mismos, pero lograron detener momentáneamente la caída e incluso imprimir un pequeño ascenso en el valor de las acciones, pese a ser un espejismo, como se vería durante la semana siguiente .
El día de la caída [editar]El 24 de octubre, tras varias pequeñas bajadas, se produjo la primera gran caída, llegando a descender la Bolsa un 9%;[2] pero en aquella ocasión no había un banco que comprara las bolsas o una amalgama de inversores que pusiera freno.
El pánico fue tan grande que la policía debió clausurar la bolsa. Se llegaban a ofrecer paquetes de acciones a un tercio de su valor, sin encontrar comprador.
Muchos millonarios y ricos inversores se lanzaban desde los rascacielos,[3] incapaces de asumir la gran depresión que se avecinaba y que nadie quiso ver.
No obstante a las 13:00 horas se produjo el milagro de la subida, gracias a entrada de entre 20 y 30 millones de dólares invertidos por los bancos, que hizo subir la bolsa, perdiendo finalmente ésta sólo un 12% de su valor.[1]
Con todo y con eso el Jueves Negro no fue el peor día. Tras una recuperación el viernes, y otra pequeña el lunes, se produjo el Martes Negro, donde el índice de la Bolsa descendió más que en ninguna otra jornada de la Bolsa. Las bajadas continuaron hasta el mes de noviembre cuando se tocó fondo.
El Crack del 29, también conocido como la Crisis del 1929 o el Gran Crack , fue la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos, tomando en consideración el alcance total y la larga duración de sus secuelas.
Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este colapso de los valores de las acciones: Jueves Negro, Lunes Negro y Martes Negro.
Todas ellas son apropiadas, dado que el crack no fue un asunto de un solo día. La caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de 1929) el que precipitó la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y de largo plazo para los Estados Unidos.
El colapso continuó por un mes. Los economistas e historiadores no están de acuerdo en qué rol desempeñó el crack en los eventos económicos, sociales y políticos subsecuentes. En Norteamérica, el crack coincidió con el comienzo de la Gran Depresión, un periodo de declive económico en las naciones industrializadas, y llevó al establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones que se convirtieron en un punto de referencia. La crisis del 29 ha sido, probablemente, la mayor crisis económica a la que se ha enfrentado el sistema capitalista.
Al momento del crack, la ciudad de Nueva York había crecido hasta convertirse en la mayor metrópolis y su distrito de Wall Street era uno de los centros financieros líderes del mundo. La Bolsa de Nueva York (NYSE) era el mayor mercado de capitales en el mundo. Los Felices Años Veinte fueron un tiempo de prosperidad y exceso en la ciudad y, a pesar de las advertencias contra la especulación, muchos creyeron que el mercado podía sostener niveles altos de precio. Poco antes del crack, Irving Fisher proclamó: "Los precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta alta permanente."[1] La euforia y las ganancias financieras de la gran tendencia de mercado fueron hechas pedazos el Jueves Negro, cuando el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se colapsó. Los precios de las acciones cayeron ese día y continuaron cayendo a una tasa sin precedentes por un mes entero. 100.000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un periodo de 3 días.[2]
En los días previos al Jueves Negro, el mercado estaba severamente inestable ya que no se supieron manejar acorde los negocios asi que la bolsa cayo debido a la inexperiencia de algunos. Periodos de venta y altos volúmenes de negociación eran intercalados con breves periodos de aumento de precios y recuperación.
Más tarde, el economista Jude Wanniski relacionó estas oscilaciones con la perspectiva por el paso del Acta de tarifas Smoot-Hawley, que estaba siendo debatida en el Congreso.[3]
Luego del crack, el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA) se recuperó a inicios de 1930, solo para retroceder nuevamente, alcanzando un punto bajo de las grandes tendencias de mercado en 1932. El Dow Jones no retornó a niveles previos a 1929 hasta un tardío 1954,[4] y el 8 de julio de 1932 estuvo en su nivel más bajo desde 1800.[5]
Cualquiera que compró acciones a mediados de 1929 y las mantuvo vio la mayor parte de su vida adulta pasar antes de poder recuperarse. Richard M. Salsman[6]
ACTIVIDADES:
Elaborar una línea de tiempo de los acontecimientos que antecedieron a la quiebra de la Bolsa de Nueva York; desde marzo de 1929 hasta el martes negro 29 de octubre de 1929.